martes, 23 de junio de 2009

Orejas caídas

A veces las noches me sirven de madriguera. Abro los ojos, para iluminar estas palabras que nunca me atrevo a repetirte. La noche me sirve para curarme del día y alejar este sabor agrio que me deja la mañana. Porque me siento segura con los pies calientes y las luces apagadas. Me arropa este silencio del que me he apoderado, dueña de todas mis soledades. En mi madriguera escribo tonterías y paso las horas dibujando tus fronteras. Te imagino rellenando mis curvas con tus manos duras, llenas de heridas. Y mientras hago ruido de ramas rotas bajo estas sábanas (de hace ya días) hay algo que palpita bajo mi pecho y que me recuerda que aún sigo con vida. En noches como ésta, respirando flojito y con las orejas caídas (en esta madriguera oscura desaparecen las pesadillas) recuerdo alguna palabra tuya. Me imagino rodeando tu ombligo con el dedo, encajando mis costillas en tus brazos, hechos a mi justa medida.

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