martes, 14 de julio de 2009

Me equivoco

Me equivoqué desde el principio. Cuando el aire aún era aire y nuestros cuerpos aún se mantenían separados a 36 grados y medio. Me equivoqué cuando nos llenamos de ron y sábanas y silencios sólo nuestros, cuando aparecieron los primeros cantantes de ópera por las ventanas y las madrugadas de amnesia se convirtieron en ley de vida.

Me equivoco cada vez que te cierro los ojos y me marcho, cuando miro el reloj y son las tres y mierda no he ido a trabajar por tenerte un segundo y medio más entre las piernas. Cuando me dejas sabor a noche y a punto y final y estoy en el metro en hora punta y pienso incansable que siempre me han gustado más los puntos suspensivos.

Me equivoco cuando decido no gritarte que te espero. Que te espero siempre, aunque me equivoque.

1/2

Soy la mitad de esta palabra, porque no alcanzo a llenarte del todo. Porque no alcanzo el final del día ni siquiera escuchando mi canción favorita. Quisiera desprenderme y atravesarme hasta llegar al otro lado, porque tengo la impresión de que en este recoveco de Madrid donde sólo escribo palabras mediocres, respira el error más grande del mundo.

Bloody Monday

Quizás sea hora de de desaparecer del todo. Dejar de adivinarte al otro lado de esta nada, en la que solamente habitan mis manos. Hoy ha sido un lunes raro, de esos que te atacan de frente, sin dejarte ni un segundo de tregua. Y justo en el centro has aparecido tú, tan cercano como siempre, desde esta indiferencia tan nuestra. Quizás me baste con escribir estos renglones torcidos para desprenderme por fin de tus palabras. Quizás me baste con recordarte como a mi me gusta, cuando en esta mañana de tristeza no hubieras vacilado en gritar mi nombre.

Quizás, simplemente suceda que no nos queda nada que decir.

viernes, 10 de julio de 2009

[...]

No te conozco, solamente sirvo para quererte. Sabes que me encanta empezar la casa por el tejado,y rodear de puntillas tus barreras para que no me veas. Sabes que no consigo mirarte a los ojos y me trago las ganas entre las sábanas, cada vez más revueltas. No te conozco y me emborracho y te busco y te encuentro y me desespero porque no me conoces [aún después de haber mordido todos mis lunares]. Sabes que no se me dan bien las palabras por el aire y que sólo consigo que vivan en este blanco, tan lleno de ti, y tú tan distante. Sabes que tengo miedo y que no te quiero y que te encuentro y que no te conozco [aún después de haber mordido todos tus lunares]. Y no me buscas, pero me encuentras, muerta de ganas de revolver tus sábanas. Y no te conozco [pero sí te conozco], aunque eso tú no lo sepas.