jueves, 4 de febrero de 2010

Dicen que soy nerviosa. Que padezco trastornos de ansiedad. Dicen que no sé lo que busco. Que tengo recuerdos traumáticos que consigo olvidar a golpes de cañas y de copas de vino. Dicen que tengo la cabeza en las nubes. Que soy despistada y que sufro problemas de atención. Me dan consejos que no escucho. Me recetan medicamentos que no consumo. Dicen que la vida me ha dado golpes duros. Que llegará el momento en que tendré que explotar. Dicen que no recuerdo. Que me como las uñas. Que soy difícil de perdonar. Dicen tantas palabras que no entiendo.

Porque yo entiendo de rabia, de aire, de tiempo. Entiendo de miradas incompletas, de finales tristes con algún orgasmo de por medio. Entiendo de lo que nunca he sido. Y casi que así me gusta más. De temblores y de frío, de atascos en la garganta y en la columna vertebral. No me sirven vuestras palabras encasilladas. Venid a por mí. Aspirad mi humo y sentid la angustia en el pecho. No entiendo de terapias ni de métodos. Venid a por mi y os golpearé fuerte. Justo en el centro. Hasta que entendáis que no hay nada que entender.

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